martes, 11 de noviembre de 2008

El Dios del Pecado en Lima.

Pero mira... es la misma calle otra vez... llena de las estrellas urbanas... es decir, postes de alumbrado. Las aceras resquebrajadas, y a lo lejos puedo divisar una figura ensombrecida... un cerdo con cuerpo de hombre y un par de cuernos ensangrentados a modo de corona, colmillos de fiera... se hace cada vez más tenue la luz pero más clara la imagen... es el Dios de la ciudad de Lima... lleno de pecados y placeres de animales... solo ver su imagen me hace perder la esperanza, la fe en las personas... me hace preguntarme hasta qué punto la gente puede silenciar sus instintos... me hace creer que un perro es más fiel a su amo que una mujer a su hombre o viceversa.
Se aproximaba su nauseabunda figura hacia mi... y conforme siento su fétido corazón (si es que se puede creer que lo posee) me dan escalofríos... El ronco sonido de sus palabras retumba en mi alma adolorida tras un golpe de la cruda carne de la “realidad”...
- ¿Por qué? –Atiné a preguntarle, con una voz temblorosa...
Sus diminutos ojos rojos se fijaron en los míos... forzándome con su tenebrosidad a dejar escapar una lágrima...
- Tú no entiendes nada... no sabes todo lo que le ocurre a la gente de Lima. Ellos encuentran la luz en mis palabras porque su carne los hizo sufrir tanto... yo los amparo, yo los guío, yo los resguardo.
- ¿En verdad crees eso? No... el que no entiende eres tú... tú les quitas la esperanza...
- Ustedes mismos hacen que se pierda, ustedes se decepcionan los unos a los otros... mira esa mujer, infiel y mentirosa... débil frente a un hombre fuerte, deseable, una máquina lujuriosa... ese hombre, que no se preocupa por el calentamiento global porque se acabará el agua mas no el sexo...
- Es un animal de mierda. –Interrumpí.
- Pero aún no termino. El marido se entera de esto, por supuesto... porque las mentiras son como las prostitutas... a mayor tiempo mayor precio... y esa mentirosa no pudo pagar más. Entonces... ¿Qué pasó?¿Quién le dará una mano a ese pobre infeliz? Yo. Le regalé un pensamiento homicida y una botella de Pisco... gracias a mí descubrió la lujuria y el verdadero placer carnal... el odio y la venganza que le harán olvidar la tristeza mucho más rápido... yo no le quité la esperanza pues esta ya se había largado antes... yo sólo me aseguré de que no volviera a perturbarlo.
Cien cadáveres surgieron de la tierra, todos con un agujero en el pecho en donde relucía el vacío donde debería haber estado su corazón. El Dios de la ciudad de Lima se dio media vuelta y caminó... caminó por la inmensa avenida, perdiendo su silueta en el oscuro infinito y prologando su sombra con la de todos esos cadáveres que lo seguían, perdidos, abandonados... prolongando una existencia ya sin sentido alguno... Yo... me sequé las lágrimas de las mejillas y di media vuelta también... regresé a mi casa, pensando en lo que me dijo... resistiendo a creerlo... buscando la esperanza de nuevo donde siempre la busqué: en el cielo. Si ven el cielo de Lima, nublado y oscuro, siempre se ha de distinguir una única estrella, aún en las noches sin luna... esa estrella me recuerda la esperanza, porque aún en tiempos sombríos, está ahí... brillando sin cesar, sin agotarse a pesar de las estupideces que hacemos los humanos (o animales un poco más desarrollados) aquí abajo...

Aster.

No hay comentarios:

Publicar un comentario