domingo, 22 de marzo de 2009

El hombre infernal

Reinos prohibidos retumban la cueva.
La llama cohibida apenas ilustra
y el hombre atado no sabe la seña.

Pierde los ojos y explota de furia.
Y tímpanos descubren el hoyo sin fondo.
La piel y su tacto rompen su lazo,
cuando él se sumerge en locuras eternas.

Nuevos caballeros vestidos de blanco
acuden al rescate del hombre atado.
Ven entre penumbras un chico baleado
afirmando entre si que no tienen la cura

Con su mente ya inerte, el espíritu abandona.
Palidece con el tiempo, palidece con las horas
y su alma juguetona se pierde en lo esencial.
Mientras ellos se retiran,
agradece sin hablar.

Javier.