lunes, 1 de diciembre de 2008

Pinturas

by gude.


-Oye.. ¿Has visto al hombre al final del pasadizo?- me decía con voz extrañamente tímida.

Sus labios no hacían más que repetir, incansablemente, el aspecto de esa misteriosa sombra que se encontraba frente a una puerta. Yo ansiaba que se abriera y le diera un portazo, para terminar con ese manto mítico que inundaba el ambiente.

Pero todo era igual.

Con una mano en el bolsillo, parecía mirarnos fijamente, como intentando escuchar los murmullos que salían de su boca. La escuchaba con cierto temor.

No se movía.

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Me relataba la historia como si fuese la de su vida. Era alto, con un elegante sombrero. La esperaba siempre para tomar el ascensor. Dudo mucho que a la hora que subieran, se limitaran a simples miradas.

Se le conocía por no tener origen claro. Llegó un día al hotel, esperando a una mujer. Al llegar arriba, ella no podía dejar de sonreír. Se pensó que solo seria una vez. Pero no existe vicio en esta vida, sin repetir el plato más de una vez.

Así siguió. Con más y más mujeres. Te acostumbrabas al trámite, pero no a tener que subir eternas escaleras.

Javier.

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