miércoles, 12 de mayo de 2010
Ella.
Mis brazos rodean su cintura y sus manos acercan mis labios a los suyos, sellando en silencio las palabras que afloran, que estarían demás soltarlas. La oscuridad de sonidos es sublime para mis oidos y mi piel, y la música de su voz descansa de manera maravillosa, a la orden del pentagrama, acorde a la melodía, mientras nos besamos.
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